Los hermanos Rey David y José Abraham Copado Molina, ejecutados en Ajalpan, Puebla, sí eran encuestadores y no secuestradores, aunque portaban credenciales falsas de la Universidad de Tulancingo, Hidalgo; trabajaban para la empresa Marketing Research & Servicios –con sede en el DF–; llevaban a cabo una labor de campo sobre el consumo de tortilla…
A algunos pobladores sospecharon de sus intenciones; les pareció incómodo que hicieran tantas preguntas; una niña los acusó de querer secuestrarla; la ira desbordó a la comunidad; los jóvenes fueron arrebatados a la policía que los tenía confinados en los separos municipales; fueron linchados y asesinados de manera brutal; uno a machetazos y el otro, quemado vivo; hubo cinco horas de saqueos y vandalismo; la alcaldía, la biblioteca y varios vehículos fueron incendiados; treinta policías resultaron heridos…
Según recuento del periódico El Universal, en los últimos 22 meses se han consumado 24 linchamientos, sobre todo en Chiapas, Puebla y Tabasco. En la mayoría de los casos, los escenarios de la barbarie son poblaciones deprimidas, golpeadas por la pobreza, la ignorancia y el atraso. Hechos como el ocurrido en Ajalpan también se han registrado en la periferia del Distrito Federal; recuerde Tláhuac, hace casi once años…
El ánimo ciego de justicia no ha cambiado mucho desde 1968, cuando el pueblo de Canoa masacró a un grupo de estudiantes de la Universidad de Puebla tras acusarlos de agitadores comunistas.
EL MONJE LOCO: El asesinato de los hermanos Copado Molina provoca profunda indignación; es viral en redes sociales. La Asociación Mexicana de Agencias de Investigación e Inteligencia de Mercado (AMAI) y el Colegio de Especialistas en Demoscopía y Encuestas (CEDE), exigen a las autoridades garantizar la seguridad de todos aquellos que recorren ciudades y pueblos del país para hacer entrevistas, etnografías, sesiones de grupo y otras labores de investigación mercadotécnica, quienes enfrentan condiciones cada vez más riesgosas.