Hay diferentes aparatos que permiten a los hijos monitorear a sus padres de la tercera edad, y estos a su vez, pueden mantenerse en contacto, ser productivos y entretenerse con dispositivos como el celular o una tableta. Hay diferentes aparatos que permiten a los hijos monitorear a sus padres de la tercera edad, y estos a su vez, pueden mantenerse en contacto, ser productivos y entretenerse con dispositivos como el celular o una tableta.
En las sociedades modernas, a menudo no se valora la edad, experiencia o el conocimiento de los adultos mayores. En ese contexto, la tecnología contribuye a que aumente la brecha generacional, porque a ellos les cuesta más adaptarse a los avances en este campo y la sociedad no logra integrarlos.
Según la psicóloga Ginnie Hughes, es importante comprender que los adultos mayores crecieron en una época distinta y que no solo deben adaptarse a los cambios de la edad, sino a las nuevas tecnologías en un mundo que va más rápido de lo que ellos están acostumbrados.
La personalidad, la resistencia natural al cambio, la falta de conocimiento y el hecho de que los aparatos no estén acondicionados a sus capacidades limitadas debido a la edad, como la visión, el equilibrio y la coordinación con los dedos, son factores que influyen en que muchos queden excluidos del uso de nuevas tecnologías.
“Los intereses y prioridades al llegar a cierta edad cambian significativamente. La tecnología y muchos otros temas son vistos, en la mayoría de los casos, como algo complejo, los dispositivos tecnológicos son costosos y quizás por ello no son un elemento que se atrevan a tocar para no dañarlos; adicionalmente, representan el pasar por una capacitación y muchos consideran que no están para aprender nada”, agrega Nicolás Samaniego, decano de la Facultad de Ingeniería de Sistemas Computacionales de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP).
La investigadora Gabrielle Britton, del Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología, apunta que una deficiencia de estas tecnologías y a la vez un reto, es que no son user friendly, porque no fueron diseñadas pensando en el adulto mayor.
“El rechazo a adaptarse a las tecnologías se debe, en gran medida, a no entender su funcionamiento. Para los adultos mayores, hacer una llamada es tan simple como alzar el teléfono y marcar, siempre ha sido así, pero ahora deben desbloquear una pantalla, tener conexión o entrar a un sitio web para contactar a sus familiares; que la tecnología necesite tantos pasos para una sola acción es incomprensible y lo sienten innecesario”, opina Hughes.
Pero ese no es el caso de Tita Pinel, una jubilada de 80 años que, pese a no haber estudiado en una universidad, hoy día se vale del chat y de las redes sociales para promocionar y vender las piezas de bisutería que confecciona. “Les tomo fotos y las mando por chat y mis amistades las reenvían a otros. También en Twitter y en Facebook pongo mis diseños”.
Ella aprendió inglés leyendo novelas y trabajó hasta los 73 años en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología. Allí empezó a los 65 años y, en una semana, dice que ya dominaba los programas que requería usar. Antes había trabajado en Florida State, donde aprendió a usar la computadora. Hoy utiliza una laptop para ver sus correos e imprimir cartas, y lee sus novelas en un lector electrónico Kindle. “Es muy fácil llevarlo a todos lados, tiene luz y letra más grande”.
La señora Tita recuerda cuando su hija le regaló un teléfono Blackberry y trató de enseñarle a usarlo, pero no entendía. “Le dijeron que mejor me hubiera regalado un teléfono solo para llamar y contestar. Y yo me dije: ‘¿me van a decir a mí que no me van a enseñar porque es complicado?’ Me senté en la cama y pensé: ‘Tita, aquí aprendes sola’. Toqué todos los botones y de pronto leí: ‘Cuidado, ya mi mamá entro en el chat. Cuidado con lo que escriben’. Así fue que aprendí”.
“Tengo un grupo de amigas con las que me reúno desde hace 45 años y la mayoría tiene celular. Yo les enseño, porque algunas no saben oír los mensajes”. En su opinión, el nivel educativo puede influir en la resistencia a la tecnología, pero es cuestión de perseverancia. “Ser adulto mayor no significa que no puedas aprender”.
A algunos abuelos les da pena aprender a usar dispositivos nuevos, porque se sienten como una “carga” o que atrasan a los demás con explicaciones; pero, según la docente e investigadora de la Unidad de Extensión de la Facultad de Informática, Electrónica y Comunicación de la Universidad de Panamá, Donna Roper, eso ocurre si quienes están a su alrededor les hacen sentir vergüenza.
La docente considera que se trata de un problema cultural, y resalta que la “inclusión” no solo se refiere a las personas con algún tipo de discapacidad, sino también a los adultos mayores. “Ellos son inmigrantes tecnológicos, tienen derecho a conocer y usar la tecnología, y el resto de la sociedad tiene la obligación de llevarlos y traerlos sobre la brecha generacional y tecnológica. Se debe acomodar, preparar e integrar al adulto mayor dentro del escenario de la sociedad del conocimiento y la información”, sustenta.
Roper agrega que en su clase de la carrera de informática aplicada tiene un alumno que ronda los 60 años, quien investigó sobre el uso de videojuegos en adultos mayores y encontró que sí existe una resistencia a su uso, especialmente entre las mujeres. “En mi experiencia, ellos son un poco más lentos y tienen temor de tocar los dispositivos, porque saben que tienen un costo y se pueden dañar. Hay que sentarse con los mayores para que vayan cogiendo confianza, que toquen el teclado, etc. Cuando ya prueban, les gusta. Al principio puede haber aversión, después, curiosidad y la conquista. Si se les acondiciona y prepara, ellos van aprendiendo a su ritmo”.
Pese a la resistencia que pueden presentar algunos abuelos, Samaniego considera que hay muchos adultos mayores que ven la tecnología como un medio de obtener lo que buscan en esos años de menos compromisos. Pueden comprender que son capaces de contribuir con sus familiares en ciertas tareas (escolares, por ejemplo), acceder a recetas de cocina, ver programas de televisión o la novela de moda y comunicarse. «Al tomar conciencia de este potencial, se crea motivación, se rompe la barrera del temor y asimilan la tecnología sin mayores problemas. Este no es un tema de edad, sino de interés y potencial, que se facilita con los dispositivos táctiles, debido a que anteriormente era un tanto complejo el que aprendieran a manejar un ratón».
Por otro lado, cuando las personas que frecuentaba un adulto mayor ya no están y este se aísla, la brecha generacional y tecnológica se agranda aún más. En ese sentido, el decano indica que la familia es el primer actor para lograr motivarlos. “El secreto en este proceso es tener paciencia; ellos pertenecen a una generación con formas de aprender distintas, y por su edad, la práctica constante es necesaria. Debemos involucrarlos en nuestras actividades y hacerles ver que con este recurso pueden seguir siendo útiles y más independientes”.
La psicóloga Hughes recomienda que los nietos hagan hincapié en cómo el uso de la tecnología los puede acercar más a sus seres queridos. “Debemos discriminar entre las tecnologías que son necesarias que ellos manejen y las que no; no tienen que saber usar todas, descubramos cuáles son más atractivas para ellos y ayudémosles a entenderlas”.
Para el doctor Samaniego, el celular es lo indicado, pues hoy día son computadoras completas y su interfaz táctil es muy útil para enseñar. “Pasar de un celular a una tableta es muy sencillo y luego a una computadora; si esta tiene pantalla táctil, es mejor”. Los equipos táctiles son más sencillos y sus aplicaciones tienen un cierto nivel de facilidad que permite su uso de manera muy intuitiva.
Fuente: La Prensa