Cuando el secretario del Trabajo de México, Alfonso Navarrete Prida, califica como un hecho histórico y un gran avance la homologación salarial en el país a partir del próximo uno de octubre, con un sueldo diario de 70 pesos con 10 centavos, por una jornada de 8 horas. No sabemos si reír o llorar.
Está claro, que poco o nada se puede hacer con este ingreso que resulta risible frente a lo que se paga en Estados Unidos, donde el mínimo salarial es de 7 dólares con 25 centavos ¡la hora!, es decir: 126 PESOS con 15 centavos. Incluso cada estado puede fijar su tarifa. En California es de 9 dólares; en San Francisco, el salario base es de 12.25 y en Miami de 15 dólares, por hora.
Como se aprecia, la diferencia resulta abismal, entonces se entiende y hasta justifica el permanente éxodo de personas en el mundo en busca del sueño americano, en busca de un mejor ingreso que les proporcione calidad de vida a ellos y a sus familias en su lugar de origen o bien donde lleguen a residir.
Nada frena a los millones de migrantes, ni los discursos racistas de Donald Trump, ni los peligros en el tránsito hacia la Unión Americana, ni el Ku Klux Klan. Llegan de diversas naciones, pues la recesión económica también alcanzó al continente africano y en consecuencia a sus vecinos de Europa que hoy debaten qué hacer con ellos.
Ante esta crisis migratoria y humanitaria, cobran relevancia las palabras del Papa Francisco, pronunciadas en la ONU, la semana pasada en su visita por los Estados Unidos, al referirse a la “Cultura del descarte”, que no es otra cosa que la de la exclusión económica y social que deja fuera del alcance de los satisfactores indispensables a una gran parte de la población.
El Pontífice detalló un sinnúmero de situaciones que conforman la “tan difundida e inconscientemente consolidada cultura del descarte”, por lo que reclamó “soluciones urgentes y efectivas”, para abatir la exclusión y llamó a los gobernantes a hacer todo lo posible a fin de que los ciudadanos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad, y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social.
Este mínimo absoluto, dijo, “tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos”.
Ante la Asamblea General, Francisco habló ante los más altos y los de más abajo; desde la cúpula mundial a los jornaleros y trabajadores migrantes indocumentados. Bergoglio propuso un marco moral para la política mundial, al advertir que la dinámica actual nos presenta muchos falsos derechos y, a la vez, grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto mundo de mujeres y hombres excluidos.
Durante su mensaje, el jefe del Estado Vaticano, precisó que la exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos. “Los más pobres son los que más sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son, al mismo tiempo, obligados a vivir del descarte y deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente”.
Una vez más, el Vicario de Cristo, alzó la voz y marcó la pauta de la nueva agenda para el desarrollo, sustentada en un acceso efectivo, práctico e inmediato, para todos, a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado, alimentación adecuada, agua potable y libertad religiosa, y más en general de espíritu y educación.
Ojalá y los hombres del poder revisarán con detenimiento el discurso del “hijo de migrantes” que desde diversas tribunas reflexiona sobre el ejercicio de la política desde una óptica liberal que incomoda por su crudeza y verdad. Un
ejercicio que hoy está expuesto a diversos flagelos como la guerra, el narcotráfico y la exclusión que matan silenciosamente a millones de personas en el mundo.
Vericuentos
Reacomodos
Se acabó el juego de las sillas en la fracción panista del Senado y el coordinador del PAN, Fernando Herrera Ávila, designó a Mariana Gómez del Campo como vicecoordinadora general. Sin líos y en común acuerdo con las tribus azules, informó también que la potosina, Sonia Mendoza, formará parte de la Junta de Coordinación Política del Senado. También hubo ajustes en comisiones y la instrucción de trabajar de manera coordinada para enfrentar con éxito los retos que tienen por delante con las otras fuerzas políticas.
Glosa
Martes agitado se espera en el salón de Plenos de la Cámara alta, pues acudirá Miguel Ángel Osorio Chong, a dar cuentas del estado que guarda la política interior del país. Los legisladores de oposición le tienen preparadas varias sorpresitas, por lo que Emilio Gamboa, coordinador del PRI, sensibiliza a sus pares para tener un “diálogo republicano y con tolerancia de respeto mutuo con el objetivo común de alcanzar un México más justo y equitativo”. A ver cómo le va. El miércoles 30 pasará lista el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño.
@guillegomora