Las campañas electorales como la que celebra ahora Estados Unidos y los intereses políticos de algunos mandatarios y legisladores han contribuido a difundir ideas sobre la comunidad hispana que se alejan de la realidad. Desde su dominio del inglés hasta el gasto que hacen a las arcas públicas o si pagan o no impuestos, aquí desmontamos los mitos más comunes:
A pesar de que el 64% de los hispanos tienen origen mexicano, la mayoría proviene de hasta 14 nacionalidades distintas, como El Salvador, Guatemala, Colombia o Venezuela. El porcentaje de hispanos que han nacido fuera de EU ha descendido de un 40% en el año 2000 hasta un 35% en 2013, según datos revelados recientemente por el Centro Pew Research. Tres de cada cuatro hispanos han nacido en EU (el 65%) o han obtenido la nacionalidad (11%) tras emigrar, aunque los porcentajes varían según los países de origen. Así, mientras que los puertorriqueños tienen la tasa más alta de nacionalizados (99%), los guatemaltecos y los hondureños, no superan sin embargo el 50% de su población con la ciudadanía estadounidense. Las diferencias económicas también marcan a esta comunidad en la que los argentinos tienen el mayor nivel adquisitivo, con ingresos medios por hogar de 63.000 dólares al año, frente a casi un tercio de los guatemaltecos, hondureños y dominicanos que viven por debajo del índice de la pobreza.
Como cualquier otro consumidor, todos los inmigrantes -con o ‘sin papeles’- pagan impuestos con cada compra, sobre las propiedades que alquilan o compran, así como los impuestos que pagan a través de su salario. Según la Administración de la Seguridad Social, los indocumentados contribuyeron 13.000 millones de dólares a sus arcas en 2010. El Estado que más se beneficia de los impuestos que pagan los indocumentados es California, con 2.000 millones de dólares, seguido de Texas (1.600), Nueva York (744), Florida (706) e Illinois (562), de acuerdo con la Cámara de Comercio.
“El impacto de la inmigración en los presupuestos públicos a largo plazo es positivo”, dice la Oficina Ejecutiva del Presidente. Según los informes gubernamentales, los inmigrantes, especialmente los indocumentados, tienden a acceder menos a servicios públicos, llegando a gastar, de media, la mitad que un ciudadano nativo. Los ‘no ciudadanos’ -inmigrantes sin papeles o con permiso de residencia pero no nacionalizados- también acceden en menor proporción a los vales de comida sufragados por el gobierno, en comparación con los estadounidenses. Los indocumentados, además, no pueden acceder a muchos de los beneficios públicos financiados con la recaudación de impuestos, por lo que el saldo que dejan es en realidad positivo.
Un informe de la Cámara de Comercio aseguró en 2013 que los “inmigrantes no compiten por empleos contra trabajadores nativos y además contribuyen a la creación de empleo como empresarios y consumidores”. Los inmigrantes también tienen el doble de probabilidades de crear una empresa que los nativos, según datos del Índice Kauffman de Actividad Empresarial de 2010. Como consecuencia, las compañías creadas por ciudadanos que han nacido fuera de EE UU generaron 775.000 millones de dólares en beneficios en 2011 y dando empleo a uno de cada diez trabajadores del país.
El 68% de los hispanos aseguran que solo hablan inglés en sus hogares o que lo hablan “muy bien”, un cuarto afirma que emplean predominantemente el inglés, un 38% habla más el español y un 36% se declara bilingüe. La falsa noción sobre los hispanos, repetida en las últimas semanas por el candidato republicano Donald Trump, choca con una realidad en la que, por ejemplo, el 84% de los puertorriqueños habla inglés o es bilingüe. en el extremo contrario se encuentran sin embargo, los salvadoreños. Apenas el 37% de esta comunidad habla inglés, el porcentaje más bajo de entre todos los hispanos, según datos del Centro Pew.
Los datos del Centro Pew Research revelan que un tercio de todos los inmigrantes son ‘sin papeles’, otro tercio tiene permiso de residencia y el resto son ciudadanos naturalizados. La mitad de los indocumentados, además, entró en Estados Unidos por una vía legal, con visas que les permitían estar en el país temporalmente como turistas, estudiantes o trabajadores temporales. Sólo se convirtieron en indocumentados, por tanto, al quedarse en el país cuando caducaron esos permisos.
El envío de mayores recursos a la frontera no ha derivado en un menor número de entradas ilegales sino que ha empujado a los inmigrantes a zonas menos vigiladas y más peligrosas, aumentando los riesgos. Según el Cato Institute, el alto precio de terminar de construir el muro en la frontera entre EE UU y México ya se puede observar en el encarecimiento de las detenciones en esa región. La organización reveló que solo en la década de los 90, el coste de arrestar a un indocumentado en la frontera ascendió de 300 a 1.200 dólares por persona.
La Cámara de Comercio asegura lo contrario: los inmigrantes aceleran la economía aumentando su productividad y estimulando la inversión. Contribuyen además al aumento de los salarios de dos maneras. Por un lado, su nivel educativo y sus habilidades hace que ocupen empleos interdependientes de los de los nativos, sin competir por los mismos puestos. Por otro, al añadir personas a la fuerza laboral, aumenta la productividad, estimula la economía y la demanda de empleos, lo que tiende a incrementar los salarios. Según el Consejo de Asesores Económicos del Presidente, EE UU ingresó 30.000 millones de dólares por el impacto de la inmigración en la subida salarial en 2007.
Fuente: El País