La carrera para elegir al nuevo rector de la universidad más grande de Iberoamérica acaba de comenzar. La convocatoria oficial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para presentar las candidaturas se ha abierto este miércoles y a partir de este momento se irán haciendo oficiales los nombres que la Junta de Gobierno, integrada por 15 académicos, maneja para decidir finalmente quién ocupará el cargo antes del 16 de noviembre.
El sucesor de José Narro Robles, se enfrenta a dirigir a más de 340.000 alumnos entre licenciatura, posgrado y bachillerato; 38.799 académicos y a ser la cabeza de 115 carreras de licenciatura, 33 técnicas y 41 programas de posgrado. Pero el cargo traspasa los límites de lo académico, el rector de la UNAM es uno de los personajes más relevantes de la vida pública del país.
Entre los posibles candidatos se han repetido tres nombres.
Sergio Alcocer, del Gobierno a la UNAM
Sergio Alcocer Martínez de Castro fue el primero en levantar la voz. El pasado 27 de julio renunció a su puesto como subsecretario para América del Norte y anunció que buscaría la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Alcocer (México DF, 1963) es ingeniero civil por la UNAM con grado de doctor en Estructuras por la Universidad de Texas en Austin. Después de terminar sus estudios en Estados Unidos ingresó como investigador al Instituto de Ingeniería de la UNAM. Durante el segundo mandato de Juan Ramón de la Fuente como rector de la Universidad (2003-2007) fue nombrado director del Instituto de Ingeniería y más tarde fue secretario general del actual rector, José Narro.
Su trayectoria académica se vio interrumpida cuando acepto trabajar en el Gobierno del expresidente de México, Felipe Calderón, como subsecretario de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico durante ocho meses. En enero de 2013 aceptó la subsecretaría para América del Norte bajo el Gobierno del actual mandatario, Enrique Peña Nieto.
Estos últimos dos puestos donde colaboró con el Gobierno federal, aunque representan los menos en su currículum ya que sumados son tres años y cuatro meses, se han convertido en un yugo del que tendrá que liberarse para ganarse el apoyo de la comunidad universitaria. La UNAM, una institución arropada bajo el manto de la izquierda no ve con buenos ojos que un candidato del gabinete del actual presidente priista quiera buscar la rectoría. El principal miedo: la autonomía de la Universidad.
En su defensa, Alcocer ha afirmado en diferentes ocasiones que las cuotas, el aciago que representaría la privatización de la universidad (la UNAM es gratuita) “no es ni un problema ni una solución” y que corresponde al Estado de México asegurar el presupuesto en suficiencia.
Rosaura Ruiz, la primera mujer
Es la segunda vez que la directora de la Facultad de Ciencias intenta hacerse con el máximo puesto de la universidad. En 2007 le ganó el cargo el que pretende suceder, José Narro Robles. Y en esta ocasión ha sido una de las primeras en pronunciarse: «Después de 105 años, a la UNAM le hace falta una rectora».
«El que yo participe en el proceso introduce inmediatamente el debate de género, soy consciente. Pero no me presento sólo por mi condición de mujer, sino porque considero estar preparada», señaló Rosaura Ruiz en una entrevista a un diario local.
Realizó sus estudios de licenciatura, máster y doctorado en biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde ejerce el cargo de directora desde el 31 de agosto de este año. Su área de especialización es la evolución de las especies por la que ha publicado numerosos estudios. Fue secretaria de desarrollo institucional de la UNAM de 2004 a 2010, ha sido presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias desde 2008 a 2010 y es asesora de la Organización de Estados Iberoamenicanos (OEI) en el área de educación y ciencia desde 2009.
En varias entrevistas y declaraciones públicas que ha hecho desde comienzos del verano ha dejado claro su punto de vista sobre las cuotas, uno de los temas que más preocupa a la comunidad universitaria. Para ella, la Máxima Casa de Estudios debe seguir siendo una institución pública, gratuita y autónoma. En este último punto ha hecho hincapié para destacar que «es fundamental e irrenunciable».
Se ha considerado públicamente de izquierdas, aunque no participa ni está afiliada a ningún partido. Pretende hacer un diagnóstico y mejorar lo que no ha dado resultados, incluso cancelar algunas carreras y posgrados. «Nos falta innovación, producir más patentes, mayor relación con la empresa, buscar formas para que el conocimiento en la UNAM pueda resolver problemas nacionales», concreta la posible candidata.
Enrique Graue, el sucesor de la saga de médicos
Enrique Graue, de 64 años, debe superar un handicap que ninguno de los posibles candidatos de esta lista tiene: es médico, como seis de sus antecesores. Si quiere enarbolar el cambio en la universidad, su carrera, que coincide con la de José Narro Robles, puede que le pese más que al resto.
Lleva siete años al frente de la Facultad de Medicina, donde estudió. Ahí obtuvo los títulos de médico cirujano y de especialista en oftalmología. Es representante de la universidad ante el Consejo de Salubridad General, integrante titular del Consejo Consultivo de Salud del Distrito Federal. Es miembro y ha sido presidente de diversas sociedades nacionales e internacionales de su especialidad: Presidente de la Sociedad Mexicana de Oftalmología (1990), presidente del Consejo Mexicano de Oftalmología (2005-2006), presidente de la Asociación Panamericana de Oftalmología (2005-2007) y vicepresidente del International Council of Ophtalmology desde 2014.
Ha destacado, en diferentes entrevistas a medios locales, la «prudencia, decisión y visión que han tenido los anteriores rectores médicos». Aunque ha señalado también que no se trata de profesiones, sino de «actuar como un universitario». La facultad que dirige tiene más de 437 años de historia.
Considera que la principal función como rector es la formación de recursos humanos capaces de responder a las necesidades del país. Y ve a la institución como un ente analítico y reflexivo de los problemas nacionales: «Puede ser crítica, pero no debe ser su finalidad».
Firmemente convencido en la estabilidad que representa la Junta de Gobierno y el sistema de elección, señala que no sería conveniente alargar el proceso de sucesión, porque habitualmente genera tensiones entre los estudiantes e influencias externas. Por ello no es partidario de una campaña electoral ni ha hecho públicas sus propuestas antes de que las conozca la Junta, ya que según él, » se trata de una decisión puramente académica».
Fuente: El País