¿Te imaginas poder pasar largos ratos bajo el agua sin necesidad de subir a la superficie para respirar?
Los humanos han sentido desde siempre fascinación por el mar.
Después de todo, el agua cubre el 71% de nuestro planeta.
Y desde que el explorador marino Jacques-Yves Cousteau inventó en 1943 una escafandra autónoma para respirar bajo el agua durante sus inmersiones, se han hecho numerosos avances tecnológicos que han mejorado nuestra experiencia acuática.
Cousteau decía que en 50 años, podría haber una raza de hombres capaces de respirar bajo el agua.
Pero si hacemos a un lado el buceo, el submarinismo o los hoteles bajo el agua, ¿es posible vivir realmente –o al menos pasar largas estadías– bajo el agua?
«Dentro de 50 años una nueva raza de humanos, el Homo aquaticus, vivirá bajo el agua sin necesidad de llevar un suministro de aire», decía Cousteau.
Su visión no se ha hecho realidad.
Pero al menos hoy podemos entender cómo tendría que ser nuestro cuerpo para adaptarse a este medio.
Cambios
Nuestro tamaño, por empezar, debería ser más grande para evitar la pérdida de calor corporal.
Necesitaríamos pies y manos palmeadas, es decir, con los dedos ligados entre sí por una membrana para nadar con más fuerza.
Las piernas unidas, como las de las míticas sirenas, también nos permitirían impulsarnos mejor en el mar.
Los Moken, también conocidos como los gitanos del mar, tienen una capacidad increíble de permanecer mucho tiempo bajo el agua.
Un cuerpo elongado y sin mucho relieve haría más fácil el deslizamiento por el agua.
Haría falta tener un ritmo cardíaco más pausado y que la sangre fluya sólo hacia los órganos más importantes.
También pulmones con una estructura plegable, para evitar el síndrome de descompresión.
Y ojos con capacidad de enfocar tanto arriba como abajo del agua.
Desde cazadores nómadas hasta atletas de competición, algunos humanos tienen habilidades semejantes a la de los animales marinos. ¿Qué características los distinguen?
Flotabilidad: No flotan demasiado. Los buceadores que flotan mucho, pierden energía tratando de ganar profundidad. Los buenos buzos necesitan un balance perfecto entre la grasa corporal, la capacidad pulmonar y los músculos para tener lo más parecido a una «flotabilidad neutral».
Músculos: Los músculos son un lugar perfecto para almacenar oxígeno. Sin embargo, si un apneísta tiene mucho músculo puede llegar a quemar oxígeno demasiado rápido. Los apneístas de competición se aseguran de que su masa muscular sea la ideal para su tipo de cuerpo. Con ejercicios aeróbicos entrenan sus músculos para usar el oxígeno de forma más eficiente y prolongar el tiempo que pueden permanecer bajo el agua.
Pulmones grandes: Unos pulmones de mayor tamaño aumentan la habilidad para almacenar aire rico en oxígeno. También ayuda a regular la flotabilidad en el agua. Investigadores descubrieron que los buscadores de perlas japoneses tienen una capacidad pulmonar hasta un 15% más grande que una persona que no se dedica a este oficio y que vive en la misma región.
Bazo agrandado: Parece haber un vínculo fuerte entre el éxito competitivo de un experto en buceo libre y el tamaño de su bazo. Científicos descubrieron que los mejores competidores de buceo libre tienen bazos más grandes de lo normal. No está claro si nacieron así o es el resultado del entrenamiento. Se pensaba que este órgano no servía de mucho pero, recientemente, se descubrió que es un importante reservorio de glóbulos sanguíneos. Los humanos pueden contraer el bazo cuando bucean para liberar más glóbulos en el sistema circulatorio.Tener un bazo más grande puede añadir 15 segundos al tiempo que un buceador puede estar bajo el agua.
Tolerancia a la falta de oxígeno: Bucear por períodos largos puede provocar falta de oxígeno. Cuando hacemos ejercicios anaeróbicos producimos ácido láctico.La acumulación de este ácido láctico hace que muchos de nosotros sintamos punzadas cuando hacemos ejercicio. Los apneístas pueden tolerar largos períodos con poco oxígeno. Científicos observaron que la saturación del oxígeno en el cerebro puede bajar hasta un 30% en los apneístas (para una persona normal el límite de saturación es 50%, con menos puede perder la conciencia).
Ritmo cardíaco: Los apneístas expertos se toman un momento para concentrarse y calmarse antes de bucear. Un par de respiraciones profundas es suficiente para ralentizar el ritmo cardíaco, llenar las reservas de oxígeno y librarse del exceso de dióxido de carbono. Científicos observaron que el ritmo cardíaco en algunos apneístas puede llegar a 20 latidos por minutos. Esto es cinco veces más lento que el ritmo cardíaco de un adulto promedio en situación de descanso.
La mayoría de nosotros vemos con muy poca definición cuando estamos bajo el agua. Esto es porque nuestro iris se abre para lidiar con la falta de luz.
Los Moken –un pueblo ancestral austronesio que habita el sudeste asiático– pueden controlar, sin embargo, este reflejo del ojo.
Ellos pueden cerrar el iris para ver con mayor claridad cuando nadan por debajo de la superficie del agua. Estudios recientes muestran que cualquier niño puede aprender este truco.
Fuente: BBC