A un mes del quíntuple asesinato de la Narvarte, huele a podrido; moscas vuelan sobre la cabeza del Procurador del DF Rodolfo Ríos Garza; flotan filtraciones y contradicciones.
La detención de Torres Tranquilino será clave. A él pertenece la pistola 9 milímetros –como las de la policía– utilizada para perpetrar el asesinato del fotorreportero Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera, la maquillista Yesenia Quiroz, la trabajadora doméstica, Alejandra Negrete, y la colombiana; fue quien huyó de la escena del crimen a bordo del Mustang rojo.
En la Procuraduría del DF las paredes oyen… y hablan; Ríos Garza desconfía de todo y de todos; filtraciones perversas buscan dinamitar el caso.
Al enterarse de la captura de Torres Tranquilino, el gober jarocho intenta lavar culpas y contestar agravios.
Aun cuando sea verdad, el manifiesto de Duarte no borra la negra reputación de su gobierno, ni las muertes de doce informadores que han convertido a Veracruz el estado, sin duda el más letal para el ejercicio periodístico. La tunda contra mandatario no es gratuita.
EL MONJE LOCO: Aunque el gobernador de Veracruz diga que tiene la conciencia rechinando de limpia, tras el pavoroso caso de Narvarte sigue escondida la verdad sospechosa.