Desolación y dolor extremos coronaron una despedida impensada para Abdullah Kurdi. Su hijo Aylan, el niño sirio-kurdo de tres años, cuya muerte durante el traslado en bote de Turquía a Grecia se convirtió en un símbolo de la tragedia de los refugiados de Oriente Medio, fue enterrado hoy en su ciudad natal de Kobani, en el norte de Siria, junto a su hermano Galib y la madre de ambos.
Los cuerpos de los tres fueron trasladados anoche a Estambul por una compañía área turca y de allí trasladados esta mañana a Sanliurfa, en el extremo sur de Turquía. Desde allí, fueron llevados a Suruc, una ciudad fronteriza con Kobani, bajo estrictas medidas de seguridad y acompañados por Abdullah, que finalmente desistió de radicarse en Canadá, donde vive una tía de la familia, aún habiendo sido invitado oficialmente por las autoridades de ese país.
En el lugar, según reportaron varios periodistas locales a la agencia EFE, había oficiales del departamento turco de Inmigración y psicólogos que acompañaron al padre, además de vehículos policiales que escoltaron el convoy hasta el paso fronterizo de Mursitpinar. A partir de ahí, los cuerpos abandonaron Turquía para seguir hasta Kobani.
Abdullah, quien había declarado horas atrás que «sus hijos se le resbalaron de las manos»,agradeció a las autoridades turcas su ayuda y se limitó a decir que estaba «muy triste».
«Como padre que ha perdido a sus hijos, lo único que quiero es que se acabe este dolor y se acabe la guerra en Siria», manifestó
Sin embargo, y a pesar de la trágica forma en la que murió el pequeño de sólo tres años, su vida siempre fue “feliz”.
Los familiares describieron al niño como un chico sonriente.
Fuente: Excélsior