FRANCISCO MARTÍN MORENO | Cuentos Políticos
Después de haber estudiado durante muchos años diversos capítulos de la historia patria no podía creer el encabezado a 8 columnas de los principales diarios de la capital de la República. La noticia no tenía precedente por el cambio tan radical como sorprendente que dejó estupefacta a toda la nación. Efectivamente estaba naciendo en Veracruz un México nuevo, el de la esperanza, el de la ética política, el de la justicia tan diferida e ignorada, el de la reconciliación entre todos los mexicanos, el del ejemplo a seguir que crearía un círculo virtuoso de contagioso de entusiasmo que inspiraría a todas las autoridades del país. Ya nada sería igual en México a partir de la conducta digna y honorable de la inmensa mayoría de los funcionarios del gobierno jarocho. Atrás quedaba finalmente aquello de que “la moral es un árbol que da moras…” Ellos no eran cómplices de nadie ni se les podría ver como tales…
El espectacular anuncio rezaba así: “El gabinete en pleno del gobernador Javier Duarte presentó su renuncia en tanto se aclaran los asesinatos de los 14 periodistas veracruzanos.” La terrible sospecha existente en torno a la participación todavía no demostrada del Jefe del Ejecutivo local en dichos crímenes provocó las dimisiones masivas de todos sus colaboradores defensores del Estado de Derecho, de la libertad de expresión y por tanto, enemigos de la violencia, de la impunidad y de un salvajismo propio de una dictadura ya superada en el siglo XXI, como la encabezada por Victoriano Huerta, el célebre Chacal…
En Veracruz, en el tantas veces heroico Veracruz, había puesto las por primera vez las plantas de sus pies un europeo como lo había sido Hernán Cortés. Veracruz había sido bombardeado por las tropas norteamericana en 1847. Veracruz había sido el centro de operaciones juaristas durante la Guerra de Reforma, desde donde se expidieron las famosas leyes que habrían de cambiar para siempre el rostro dolorido de la patria. Veracruz había sido históricamente una ilustre cuna de liberales. Veracruz había sido la puerta de entrada de Maximiliano y la de salida de Porfirio Díaz. Veracruz había sido tomado nuevamente por los invasores norteamericanos en 1914. Veracruz había sido la gran capital desde donde Carranza había coordinado buena parte de la revolución. En Veracruz se había escrito una y otra vez la historia de México y por lo visto ahora se volvía escribir con esta repentina muestra de dignidad política ya desconocida en México, un país podrido y devorado por una feroz corrupción que ya parecía no tener final ni remedio.
El gobernador Duarte se vio solo y desamparado. Ni su director de comunicación social se había presentado a acompañarlo a dar las explicaciones en las que nadie creía. El PRI, un instituto político agusanado, recuperaba momentáneamente algo de su prestigio perdido. El México nuevo, estaba ahí, en esa fotografía histórica de un político caído en desgracia que renunciaba para no obstaculizar las investigaciones…
De repente desperté cuando un enorme gorila vestido con la indumentaria de un ser humano me apretaba la tráquea con sus manos encallecidas, me asfixiaba y me obligaba a recuperar la conciencia cuando escuchaba sonidos salvajes guturales surgidos del pecho de la fiera… ¡Claro que todo había sido un sueño…! Los veracruzanos dignos parecían haber muerto para siempre…
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