En su tercer mensaje la nación, el Presidente de la República tiene la oportunidad de mandar una señal de honradez; reconocer errores no sería signo de debilidad –eso es ridículo– sino gran oportunidad para mostrar liderazgo y certeza cuando el país padece febril desnutrición económica, aguda desigualdad, dolorosa adversidad, endémica corrupción, flagrante impunidad y –sobre todo– lacerante inseguridad.
Casi todos tenemos muy claro el diagnóstico de la situación, pero de nada sirve si Peña no se empeña en acciones contundentes para recuperar la confianza perdida de los ciudadanos reflejada en las encuestas.
Al Presidente de la República debería preocuparle la certeza tanto o más que la depreciación del peso, la caída del ingreso petrolero, el torpe crecimiento de la economía o la rebelión de los maestros.
La seguridad es esencial para gobernar una nación civilizada. El país no puede cambiar, moverse y crecer si hay inseguridad, si la gente está obligada a encerrarse tras muros y rejas cediendo a la delincuencia los espacios públicos. Peña Nieto debe convocarnos a vencer el miedo –con el respaldo del aparato público– para limpiar a México de criminales; lo que cueste saldrá barato.
EL MONJE LOCO: El apretón de cinturón será severo con el presupuesto “base cero”; el recorte rondará los 300 mil millones de pesos –2 puntos del PIB–… y será “bajo cero” para la cuarta parte de la burocracia que cobra por honorarios; cerca de un millón tendrá que irse a la calle. En adelante, todo exceso será mucho… y no exagero.