«A pocos días de su Tercer Informe de Gobierno, el Presidente de la república sacude el tablero y hace cambios, modifica el orden de las piezas, cambia peón por peón, hace brincar la caballería pero deja intactas los torres cuya función siempre es apoyar al rey y cambia todo menos el juego. No parece haber cambios en la estrategia. Se sostiene en los escaques del centro, lo cuales (decía Capablanca) permiten dominar todo el campo«, comenta Rafael Cardona.
La cirugía mayor a casi medio gabinete, es decir la reingeniería presidencial anunciada, implica un cambio generacional. Intenta servir para renovar al equipo y calmar los ánimos de la frustración popular sobre todo en los últimos doce meses; para mandar una señal de cuál va a ser la agenda prioritaria y también para dar esperanza que las cosas puedan cambiar.
Los cambios suelen hacerse para castigar o promover a quien hace mal o bien las cosas, para mejorar la coordinación del gabinete, para hacerla más vigorosa y de manera colateral –en este caso– para abrir la baraja política rumbo al 2018.
Si bien los pilares de la gobernabilidad se mantienen incólumes, termina el monopolio del tridente del poder integrado por Luis Videgaray, Miguel Ángel Osorio Chong, y el recientemente agregado Manlio Fabio Beltrones.
Más allá de la convocatoria para transformar a México en el segundo tiempo del sexenio, el reacomodo de piezas también se lee como el compromiso de sacar al buey de la barranca y alinear los planetas… y desde luego como estrategia para afinar la maquinaria de cara a la sucesión presidencial.
Desde ahora, súmese a Aurelio Nuño al frente de la Secretaría de Educación Pública, posición clave en la agenda del régimen, a José Antonio Meade en la Secretaría de Desarrollo Social y a José Calzada en Agricultura. Nuño goza de lugar privilegiado en el corazón presidencial.
Meade – el único cardenal que ha cruzado el pantano sin manchar su plumaje– conserva una magnífica imagen pública que puede crecer más como responsable del combate a la pobreza en tiempos de cólera económico; es una señal que la política social será una de las más importantes para los próximos tres años del gobierno de Enrique Peña Nieto. El arribo del queretano Calzada también es señal política, pese a la reciente derrota electoral del PRI en aquella entidad.
A otro nivel leemos el enroque de Rosario Robles, enviada a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano como la reiteración de un mensaje de equilibrio por la participación de una funcionaria progresista en el gabinete peñanietista.
Ningún sobresalto provoca la llegada del Enrique De la Madrid a Turismo y Rafael Pacchiano –del Partido Verde– a Medio Ambiente; esposo de Alejandra Lagunes, poderosa responsable de redes sociales en Los Pinos.
¿Usted, qué opina?