Aquí no ha pasado nada, aunque decirlo haga que sí pase…
El Presidente de la República y su secretario de Hacienda quedan en estado de gracia; rechinando de limpios…
No sé quién esperaba otro resultado de la “exhaustiva” investigación del secretario de la Función Pública a su propio jefe y su cercanísimo responsable de las finanzas públicas.
Para demostrar torcidas preferencias oficiales hacia una empresa privada en la asignación de contratos se necesitan autorizaciones escritas y firmas delatoras, pero no cuando se trata de funcionarios que en lo privado pueden hacer con su dinero lo que les pegue la gana, aunque el simple hecho de establecer vínculos sospechosos al amparo del poder para obtener cualquier clase de beneficios debería suficiente para evitar prácticas perversas.
El gran escándalo del sexenio no tendrá consecuencias jurídicas. Al decir que la ley es la ley, Andrade –como Virgilio al Dante– nos guía para justificar –sin poesía– el resultado de las indagatorias, aunque para muchos la conclusión demuestre que el derecho está chueco.
–¿El Presidente paga la penitencia de sus pecados con una disculpa a destiempo?
Si bien las justificaciones del poder son inéditas, romper el silencio para contestar interpretaciones le da vigor y vigencia precisamente a esas interpretaciones. Eche un vistazo a algunos demonios “sueltitos” que causan embotellamientos en el tráfico ciberespacial con descalificaciones, cuestionamientos y “memes” sin fin…