El neurólogo británico Oliver Sacks, aclamado autor de numerosos libros, entre los que destaca Despertares, que fuera trasladado a una exitosa cinta de Hollywood, murió ayer a los 82 años de edad en Nueva York
La muerte de Sacks fue confirmada por su asistente personal, Kate Edgar, luego de que el neurólogo revelara en un editorial escrito en febrero pasado que un melanoma en el ojo se había expandido a su hígado y que el cáncer había invadido ya todo su cuerpo.
Con más de un millón de copias vendidas de sus libros, Sacks alcanzó un nivel de popularidad muy poco común entre científicos, de acuerdo con el obituario de The New York Times. El diario asentó que Sacks recibía unas 10 mil cartas cada año.
El filme Despertares, que aborda la manera en que Sacks logro regresar la consciencia a un grupo de pacientes que vivía en “estado congelado” tras sufrir una rara forma de encefalitis, y que fue protagonizada por Robin Williams y Robert De Niro, fue nominada a tres premios Oscar.
Sacks nació en Londres, pero vivió en Nueva York desde 1965, donde escribió otros exitosos libros en que temas neurólogicos le servían como punto de partida para meditar sobre la condición humana, como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero o La isla de los ciegos al color.
Sus libros describían casos clínicos de enfermedades poco conocidas, a menudo en la forma de lo que fue conocido como “novelas neurológicas”, con lo que ayudó a presentar al público en general síndromes como el de Tourette o Asperger’s.
“Iluminaba a sus personajes tanto como a las condiciones que padecían; los humanizaba y los desmitificaba”, según el obituario del Times.
Su publicista, Jacqui Graham, indicó a la BBC que Sacks “murió rodeado de las cosas que amó y las personas que amó, con mucha paz, luego de una enfermedad que sabía que había tenido desde enero de este año”.
PERFIL. Se consideraba a sí mismo como un “explorador”, y dedicó toda su vida a explorar los misterios y desórdenes de la mente. El neurólogo británico fallecido ayer era, más que nada, un hombre curioso.
Como recordó ayer el The New York Times, en 1984 dijo que se veía como “un naturalista o un explorador”. “He explorado muchas tierras neurológicas extrañas, los más lejanos Árticos y Trópicos de los desórdenes neurológicos”, añadió.
Sacks, profesor de neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, formaba parte de un selecto club de científicos cuyos descubrimientos han sabido calar en audiencias más generales.
En su sitio de internet, el famoso neurólogo aparece montado en una BMW clásica, de joven, para reflejar una de sus múltiples aficiones. Participó en competiciones de levantamiento de pesas y formó parte de un grupo motero de “Los Ángeles del Infierno”.
Ahí mismo, una seguidora del estado de Nueva Jersey, al comentar las noticias sobre su cáncer, dice que Sacks es uno de los pocos médicos que ha sabido contar historias médicas.
Aunque nació el 9 de julio 1933 en Londres, hijo de una familia judía de médicos y científicos, y se graduó en Medicina en el Queen’s College de Oxford, destacó profesionalmente en Estados Unidos, adonde llegó en 1960.
Primero trabajó en un hospital de San Francisco, después en Los Ángeles y desde 1965 se quedó en Nueva York. “Siempre has sido un trotamundos (…). Parece que tienes una extraña aventura detrás de otra. Me pregunto si algún día encontrarás tu destino”, le dijo una tía suya cuando visitó a Sacks en un hospital tras una caída en una montaña de Noruega.
Melómano convencido (Musicofilia es una de sus últimas obras), Sacks, en su currículum vítae oficial deja constancia de que entre 2007 y 2012 fue “artista” en la Universidad de Columbia, de Nueva York, donde también dio clases de neurología y psiquiatría.
Su lista de premios y honores es larga, y acumuló muchas medallas y galardones. Incluso, el científico fallecido tiene hasta un asteroide, el 84928, nombrado oliversacks en 2008 para recompensar sus trabajos.
Fuente: Crónica