El calor arrecia a las dos de la tarde en el arenal de Playa del Carmen, un pequeño pueblo a 70 kilómetros de Cancún que desde hace algunos años se ha convertido en uno de los centros turísticos más populares de la Riviera Maya
En un recinto privado a pie de playa, el personal del hotel prepara paella junto a una enorme bandera española y una bocina que hace sonar la música altísima. Una veintena de comensales adorna la fiesta, pero la playa está vacía en esta zona. La arena ha quedado sepultada bajo un manto de algas oscuro que abarca varios metros de ancho mientras el ambiente se impregna de un olor nauseabundo, similar al que desprende una cloaca. El mar ha perdido su azul turquesa y parece mezclado con la tierra.
Desde hace algunos meses, la llegada de sargazo (una especie de alga marina) en grandes cantidades a la costa ha sorprendido a los hosteleros del Caribe mexicano, pero con la subida de las temperaturas y la falta de recursos para los trabajos de limpieza, la descomposición de este alga de color pardusco se ha vuelto una pesadilla para los veraneantes.
“Los arribos de sargazo son naturales, pero inusuales en estas cantidades”, corrobora José Luis Prieto Funes, delegado del Ministerio de Medio Ambiente (Semarnat) en Quintana Roo. “Cada dos o tres años llegaba sargazo pelágico proveniente tanto del Mar de Sargazos, en el este de Estados Unidos, como de las desembocaduras de los ríos Amazonas y Orinoco, pero nunca tan abundante”. El responsable considera que la virulencia, este año, del fenómeno El Niño, que ha provocado aumento de la temperatura del agua, vientos y corrientes más intensas, puede estar detrás de un problema que no solo afecta a México. Trinidad y Tobago, San Martín, Puerto Rico o Barbados se suman a la lista de damnificados en estos días.
“Las algas son sensibles a la temperatura y los cambios en las condiciones del agua pueden estar asociados al aumento del sargazo”, explica Daniel León Álvarez, investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM. “Sin embargo, mientras no sepamos las causas que ocasionan este crecimiento, estamos imposibilitados de hacer un plan para solucionarlo”.
Hasta el momento, el Gobierno ha puesto en marcha un programa de emergencia que busca disminuir los efectos sobre el medio ambiente, pero que tiene limitaciones: el sistema de arrecifes americanos y la temporada de llegada de tortugas a la costa para desovar. “La diversidad biológica es muy frágil y las medidas deben ser muy cuidadosas. Hemos destinado 15 millones de pesos (886.000 dólares) para la recogida manual en las áreas protegidas y apoyamos a municipios y gobierno regional con 12 millones (700.000 dólares) para máquinas. Además, invertimos otros 65 (3,8 millones de dólares) para herramientas de nuevas tecnologías y analizamos con varias instituciones cuáles son las técnicas más adecuadas”.
“Los turistas se quejan, dicen que ellos vienen a buenos hoteles y no puede ser que estos no tengan un tractor”, relata Josué, de 35 años, uno de los tres operarios de limpieza que al mediodía de un sábado de agosto barren el arenal de Playa del Carmen. “Desde diciembre llegan las algas. Ya nos duele la cintura de recoger, a diario estamos enterrando [en hoyos que cavan en la arena] sargazo”, se queja tras una jornada de trabajo de casi 12 horas por un sueldo mensual de 7.000 pesos (413 dólares) sin derecho a cobertura médica. Su rastrillo está quebrado, muestra, y sus ánimos también.
“Parte del sargazo que ha llegado a la costa en exceso se utiliza para la conformación de dunas costeras”, explica el delegado de la Semarnat en Quinta Roo. “Otro sirve de compost después de ser tratado con químicos fertilizantes y una parte se entierra en zonas ya erosionadas”.
La plaga disuade a los turistas de un baño en el otrora paraíso mexicano. Aunque la ocupación en agosto ha sido buena porque los paquetes vacacionales se venden con meses de antelación, el sector hostelero teme que la bajada de ingresos llegue a medio o largo plazo.
“El sargazo es un fenómeno natural que no causa daño, pero cuando su cantidad es demasiada y no se logra recoger de los arenales puede generar ciertos contaminantes”, explica el delegado José Luis Prieto.
“Las algas son plantas terrestres que crecen de manera natural, a veces forman grandes bancos bajo la superficie y finalmente tienen un rol ecológico, ya que son el lugar en el que muchos otros organismos encuentran su refugio y su alimento”, puntualiza el doctor Daniel León Álvarez. “El problema surge cuando se pudre, como cualquier otra materia en descomposición, por eso hay que quitarlas”.
Fuente: El País