Toalla, protector solar y un libro. Sobre la arena de la playa no hace falta mucho más. Pero a esta fórmula de siempre se le pueden añadir variaciones tecnológicas de lo más interesantes, para que estar bajo el sol sea mucho más divertido
El tono veinteañero británico en Magaluf nunca ha quedado demasiado bien en la piel. Además de ser bastante peligroso para nuestra salud. Para evitarlo, el bikini diseñado por la marca francesa Spinali Design. Este bañador 2.0 cuenta con un sensor que mide la radiación ultravioleta del sol y avisa mediante una app para smartphones a su dueña de cuándo le hace falta echarse más protector solar. La prenda se conecta al teléfono mediante bluetooth. Está disponible en la página web de Spinali y cuesta 149 euros.
Un chapuzón es menos chapuzón si no se puede inmortalizar con un móvil. Pero para poder sumergirlo sin riesgo de que se estropee, existe una gran variedad de fundas protectoras. Una de ellas es Muvit. Cuesta 15 euros y deja hacer fotos o escuchar música en el mar. Se puede sumergir hasta 10 metros y cuenta con un un conector jack para enchufar unos auriculares sin peligro de que entre agua en el móvil.
En la costa, qué mejor que aprovechar la energía que nos proporciona el rey sol para alargar la duración de los cacharros. El mercado está lleno de opciones, y prácticamente cada marca de las más importantes tiene su versión —fabricada por terceras empresas, eso sí—. Pero también se puede ir un paso más allá y utilizar un aparato de fuerza descomunal que nunca dejará tirado a quien lo use. Kraftwerk es una pila de combustible a gas que es capaz de realizar 11 cargas a un teléfono completamente descargado. Para usarlo, solo hay que introducir una carga de gas y el aparato transformará el combustible en el electricidad. Puede sonar exagerado, pero es perfecto para una excursión veraniega de varios días.
La playa es una gozada… excepto por la arena. Y como una cosa no puede existir sin la otra, toca aguantarse. A menos que se utilice una toalla especial Sandless. Este producto es capaz de repeler la arena gracias a un tejido que hasta ahora solo utilizaban los marines de Estados Unidos para contener la arena y el polvo en los despegues de los helicópteros. Además, es gigante: caben dos personas. Se puede comprar aquí y cuesta unos 63 euros. Y si nos agobia la arena en la bolsa, no hay problema: la CGear Sand-Free Tote está hecha del mismo material repelente.
Para evitar que cualquier bebida se convierte en un caldo imposible de tragar, una opción es S’well. Estas botellas mantienen cualquier líquido frío durante 24 horas. Además, están hechas de acero inoxidable prácticamente irrompible. Y se pueden utilizar en invierno: también mantienen el calor del café, el té o de una sopa al menos 12 horas. Precio, desde 50 euros.
El Kindle es una gozada en verano. Su pantalla se puede leer a la perfección, incluso cuando el sol aprieta, cosa que no se puede decir ni de los móviles ni de las tabletas. Sin embargo, tiene un gran pero: si le cae un poco de agua se va al garete. Algo que no pasa con Waterproofed Kindle, una versión bastarda del popular lector de Amazon que aguanta chorros de agua, mojitos enteros y hasta aguadillas. Precio: unos 220 euros.
Fuente: The Huffinton Post