El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) busca la cuadratura al círculo vicioso. Se quiebra la cabeza pensando en otro modelo de licitación viable para una segunda cadena nacional de Televisión Digital Abierta.
No es tan simple como buscar postor; el fiasco protagonizado por Grupo Radio Centro cambió las reglas del juego; el empresario Francisco Aguirre Gómez no sólo quedó mal sino que puso en jaque a una autoridad en proceso de consolidación.
El IFT –encabezado por Gabriel Contreras– no puede arriesgarse a otro fracaso monumental; debe construir los cimientos de un proyecto a prueba de terremotos.
Hay dos opciones.
Primera. Subastar la nueva “cadena” a un solo postor capaz de pagar más de 1 mil 808 millones –como lo hizo Cadena Tres de Grupo Imagen Multimedia–. A estas alturas sólo Alejandro Burillo se ha apuntados para desembolsar tal cantidad.
Segunda. Pulverizar la concesión de la cadena, licitarla por regiones y aprovechar el interés de empresarios regionales y locales.
Ahí está el detalle complicado. Las 123 frecuencias digitales son iguales en el papel, pero en la realidad hay unas más iguales que otras. No es lo mismo un canal en el DF que en Hermosillo, Tijuana o Veracruz. Tasar el real valor de cada frecuencia pinta para un trabajo titánico.
Aun estableciendo con precisión el valor de frecuencia, es imposible saber si hay interés, competencia y capacidad suficientes para realizar subastas paralelas.
En el éxito de la licitación –que deberá concretarse el año próximo– va empeñado el prestigio del “soberano” Instituto Federal de Telecomunicaciones.