Los dos suspirantes a la dirigencia nacional del partido dizque de la gente decente están sordos.
En su primer y único debate, Ricardo Anaya y Javier Corral, no transitaron por la ruta de la unidad en defensa de la democracia, ni dejaron de lado las confrontaciones estériles cómo les exigía la militancia.
¿De veras hay que creerle a Anaya que no tiene dueño?
Mientras el queretano –el más consentido por los medios de comunicación– presume alianzas con tribus panistas rivales, el chihuahuense Javier Corral se ha hecho célebre por su pleito sinfín con los concesionarios de la radio y la televisión, en particular con Televisa, que desde hace once años le reclama no haber pagado una campaña de “spots” contratados cuando fue candidato al gobierno de su estado en 2004… y qué decir de la confrontación con el gobernador de su tierra, César Duarte, a quien Corral no baja de «corrupto», o con Felipe Calderón a quien ha llegado a llamar “cobarde”.
En realidad, Anaya y Corral representan la contienda del partido de los “moches” y los “mochos”, lastrado por cacicazgos e indecencias; castigado con rigor en las pasadas elecciones por no haber resuelto sus conflictos después de la debacle en la última contienda presidencial.
EL MONJE LOCO: Delira Andrés Manuel; acusa a Peña Nieto, Osorio Chong y Videgaray de haber exigido el cese fulminante del acaudalado Piojo. Entonces qué, ¿ya lo perdimos, Houston?