Ayer reflexionábamos sobre la disyuntiva presidencial de operar el “destape” del candidato de su partido a la vieja usanza –aguantando hasta el final– o apresurar los tiempos presionado por la moda de la sucesión adelantada, a sabiendas de que el poder del mandatario en turno decae en cuanto surge el nombre del ungido. Difícil decisión en cualquier caso, y aún más complicada en el contexto del descredito que padece la administración federal.
–¿Aguantar hasta el final pondría en desventaja al candidato del partido en el poder?
–¿La figura del “tapado” realmente pesa tanto en estos tiempos?
–¿Tiene el Presidente en turno control total sobre la designación del sucesor?
La respuesta es no; desde hace más de treinta años la voluntad presidencial se incumple.
Recordemos la fatalidad encarnada en el crimen de Luis Donaldo Colosio, heredero designado por Carlos Salinas de Gortari. Seis años más tarde –en 2000– el último candidato del PRI-Gobierno –Francisco Labastida– hizo historia al convertirse en el primer gran perdedor.
El panismo también fue incapaz de imponer sucesores a modo. Felipe Calderón maniobró dentro del PAN –con la audacia del hijo desobediente– para vencer las aspiraciones de Santiago Creel, el favorito foxista. Como será el canijo destino, que el mismo Felipe Presidente fue incapaz de garantizar la nominación de su delfín Ernesto Cordero, quien hizo honor a su apellido al sucumbir sacrificado frente a la “Novicia Rebelde”, Josefina Vázquez Mota.
Rechinan las viejas reglas del juego sucesorio cuando obligan una decisión vertical, directa e incuestionable del Presidente de la República. El “destape” del “tapado” ya no es decisión de un solo hombre en ningún partido… salvo Morena. En tiempos de la nueva democracia tan amarga medicina tiene fecha caducada.
A la luz de los hechos, el enigma del “tapado” resulta un mito genial, reminiscensia del Cretácico superior, cuando sólo un Tiranosaurio Rex debía dirigir a toda la banda… presidencial.
EL MONJE LOCO: ¿Se puede parar lo imparable? Tres mosqueter@s brincan mostradores y asaltan la cocina para desayunarse el lechón… pero aún faltan muchos sustos. ¿El “destape” de los “aventad@s” apremiará al Presidente de la República para que uno, o dos, o tres priistas también asomen la cabeza? ¡Quietos prietos, serenos morenos, no es momento, falta tiempo!, ha dicho –cauteloso– Miguel Ángel Osorio Chong– uno de los que quisiera –si pudiera– como Andrés, Margarita y Mancera.