La CNTE no puede seguir funcionando al amparo de un régimen de excepción. El gobierno está obligado a aplicar la reforma educativa “a secas”, más allá de acuerdos y negociaciones políticas para suavizar a la disidencia magisterial.
La sentencia unánime de los once Ministros de la Suprema Corte declara constitucional y obligatoria la evaluación docente, como está previsto en la ley.
El máximo tribunal –con puño de hierro y guante de seda– pone todo en su lugar. No puede declarar inconstitucional lo constitucional, como pretendía la CNTE por medio de amparos contra la legislación secundaria en materia educativa. Al contrario, la Corte considera superior el derecho de los niños a una educación de calidad por encima del derecho laboral de los maestros.
El camino planteado por los profesores “rebeldes” de Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas, quienes se han defendido –con uñas y dientes– como una fuerza opositora para evitar la evaluación para la asignación de plazas, el ascenso en el sistema educativo o la permanencia en los salones de clases, no ha sido más que una artimaña para hacer ruido, meter miedo… y desafiar a la autoridad.
La razón nunca ha asistido a la CNTE. Cuesta trabajo creerlo, pero el sentido común necesitó un laudo de la Corte para imponer una verdad ante cuya evidencia no debió haber habido discusión.
La sentencia judicial obliga al Gobierno Federal y a las administraciones estatales a poner fin a la simulación. Las recientes negociaciones en Bucareli –encabezadas por el subsecretario Luis Enrique Miranda– no pueden estar por encima de las leyes superiores.
El analista Alberto Serdán –investigador del CIDE– es claro al advertir que la decisión de la Corte pondrá fin al inmenso poder corporativo del magisterio disidente que ha “colonizado” las oficinales estatales de educación a fin de controlarlo todo para su beneficio; desde los recursos para el pago de nóminas, la decisión quienes ingresan al magisterio, el ascenso escalafonario y hasta la certificación de escuelas privadas…
La Corte cambia para siempre las cosas; derrumba un mito genial; si la CNTE no lo quiere entender es otra cosa.
EL MONJE LOCO: Ser maestro no ha sido un ejercicio profesional sino un seguro de vida por encima del mérito y la vocación. La carrera docente ha significado para muchos miles un clavo ardiente del cual asirse en un mundo miserable. La mayoría de los maestros, a pesar de cualquier manipulación política, siguen siendo pobres.