Herrera se rodea de meritorios al dar prioridad a la Copa de Oro
Un México descafeinado llega a la Copa América de Chile sin grandes expectativas. El seleccionador, Miguel Piojo Herrera, ha reservado a sus mejores jugadores para disputar en julio la Copa de Oro, el campeonato de su región. Herrera se ha rodeado esta vez de un batallón de meritorios dispuestos a lanzarse por un barranco si así lo ordenara. El portero Melitón Hernández dijo que hubiera ido hasta de utilero, y otros como Marco Fabián, un talento cuestionado por su vida disoluta, están ante una segunda oportunidad de reengancharse a la selección.
Esta combinación de jóvenes sin currículo y personajes díscolos necesita de un pastor y nadie mejor para la tarea que Rafael Márquez, el káiser de Michoacán. A sus 36 años, el que fuera central del Barcelona con Frank Rijkaard juega en el Calcio, en el Hellas Verona, cuando a su edad muchos ya están paseando los fines de semana por el desierto de Catar. Márquez podría haber integrado la primera lista, donde están los mejores jugadores del fútbol mexicano como Vela, Chicharito Hernández, Héctor Herrera o los hermanos Dos Santos, pero prefirió engancharse a un torneo nada más acabar su liga. Ponerse en marcha después del mes de espera hasta el campeonato de la Concacaf le hubiera costado horrores.
En secreto, Herrera confía en inculcar a esta plantilla la misma fiebre con la que México jugó en el Mundial de Brasil. Aunque eso sí, con menos recursos hay que picar más piedra. El entrenador que se hizo célebre internacionalmente por vivir los partidos en la banda al borde del infarto, tiene literatura para convencer a los suyos. En 1993 fue la primera vez que los sudamericanos invitaban a México y Estados Unidos, unos países que imaginaban de relleno, más pendientes del béisbol o el rugby.
Aquel México, con Hugo Sánchez en la delantera y Piojo Herrera en el lateral derecho, llegó hasta la final, que perdió contra la Argentina de Batistuta y Simeone (2-1). Nada mal para ser su primera participación, aunque ahondó en la sensación de eterno gatillazo que ronda a los mexicanos. Por el camino, el país eliminó a Perú y Ecuador, el anfitrión. “Fuimos el invitado incómodo. Éramos un grupo de jugadores de mucho carácter y nos confabulamos para hacer algo grande. Estuvimos cerca”, recuerda el Piojo sobre aquellos días. Toca repetirlos, aseguran en la expedición mexicana.
La falta de gol preocupa. El delantero Raúl Jiménez ha tenido una participación testimonial en el Atlético de Madrid y el resto no son rematadores puros. En cambio, sobra velocidad: el Chapo Montes o Tecatito Corona, que juega con el Twente de la liga holandesa (ocho goles este año), corren que se las pelan. Lentos o rápidos, torpes o virtuosos, estos muchachos están dispuestos a lo que sea por México y Herrera, comandante en jefe de un pelotón suicida.
Fuente: El País