Hasta ahora no hay evidencia de que los atentados –prácticamente simultáneos– del viernes en Túnez, Lyon y Kuwait hayan sido coordinados, pero sí son claros ejemplos de una misma tendencia: se agudiza la amenaza terrorista del islamismo radical entendido como expresión del choque de civilizaciones divididas en “fieles” e “infieles”.
Sin embargo lo que parece no es precisamente así de simple.
–¿Quiénes son los “infieles”?
La retórica y la estridencia hacen creer que el conflicto más sangriento del siglo XXI es el que existe entre musulmanes y quienes no lo son en el resto del mundo. Sin embargo, las estadísticas dicen otra cosa.
Según el Índice de Terrorismo Global –elaborado por el Instituto de Economía y Paz– en 2013 murieron casi 18 mil personas en ataques terroristas; el 82% de esas víctimas se concentró en cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. Los responsables del 66% de todas las muertes por terrorismo fueron el Estado Islámico, Boko Haram, los talibanes y Al Qaeda. En contraste, en los últimos 14 años, sólo el 5% de los asesinatos terroristas ocurrió en los llamados países “infieles” al Islam.
Es decir, entre los terroristas musulmanes las principales víctimas han sido y seguirán siendo sus correligionarios.
Esto no quiere decir que el terrorismo islámico no sea una grave y creciente amenaza para el resto del mundo… y –lamentablemente– lo más probable es que aumente su presencia asesina.
El internacionalista Mauricio Meschoulam comenta que ese modelo terrorista no es nuevo, se trata de una derivación de la yihad –guerra santa– promovida por Al Qaeda desde hace por lo menos dos décadas, corregida y aumentada por el Estado Islámico para sembrar el encono en el mundo musulmán y detonar el terrorismo sin saber dónde podrá ocurrir el siguiente estallido. “Los actos terroristas dentro y fuera del Islam se han mantenido durante los últimos 15 años con una marcada tendencia a la alza y nada indica que pueda revertirse”, advierte el analista.
Otros expertos opinan que los encargados de combatir el terrorismo internacional han fracasado en prevenir esta nueva dinámica; más que combatir a una organización específica, los ojos vigilantes de los cuerpos de inteligencia se enfrentan al misterio de un extremismo religioso que opera hasta ahora con tácticas casi imposibles de descifrar.
EL MONJE LOCO: El terrorismo no va a desaparecer. Lo importante es combatirlo sobre la base de realidades y no de prejuicios.