El partido del presidente Peña Nieto podría retener una mayoría en el Congreso a pesar del repunte de la violencia
Al inicio de la campaña, en marzo, César Camacho, el presidente del PRI sentenció: “Vamos a ganar todo”. La expresión de este exgobernador del Estado de México hacía referencia al carro completo, un fenómeno de cuando el partido hegemónico en México y ganaba todo lo que estaba en disputa en las elecciones. Con el paso del tiempo los priistas fueron matizando su optimismo. “Sufriremos derrotas en dos estados del país”, dijo Emilio Gamboa, el líder en el Senado, a finales de mayo. Sobre el aire quedó el misterio de cuáles serán las entidades —nueve votarán un nuevo gobernador— donde el PRI será derrotado.
Hay una razón por la que los priistas mantienen la sonrisa en el rostro. Lograron que las elecciones del domingo que renovarán la Cámara de diputados y elegirán más de 1.000 alcaldías en 16 Estados no se convirtieran en un referendo del Gobierno de Enrique Peña Nieto, que tiene bajos índices de aprobación. Los sondeos indican que el voto de castigo no hará mucha mellas al partido en el Gobierno a pesar de que los últimos nueve meses estuvieran marcados por la tragedia de Iguala y un repunte de la violencia, el mediocre desempeño de la economía y los escándalos de corrupción que salpicaron al mandatario y a miembros de su gabinete.
“El PRI se mantiene como primera fuerza porque las campañas de la oposición no fueron eficaces para trasladar el enojo social a un castigo electoral”, dice Guillermo Valdés. Los sondeos de su empresa, GEA-ISA, señalan que el PRI obtendrá el 35% de los votos del Congreso. Otras encuestas colocan al partido en un promedio de 32%. Sumados los votos que conseguirán sus socios, el Partido Verde que va en alianza en 250 de los 300 distritos, el PRI lograría una mayoría simple en la Cámara de diputados (hoy tienen el 48%). “La apuesta es que el Verde sume donde nosotros no”, dice Arturo Huicochea, el estratega electoral del PRI.
Para conseguir 251 diputados de los 500 que tiene la Cámara mexicana el PRI, el Partido Verde y Nueva Alianza tendrán que conseguir el 42.1% de los votos y haber triunfado en al menos 167 distritos de los 300 en los que está dividido el país. Gracias al sistema mexicano, una votación del 42% daría a los partidos 84 diputados más gracias al sistema de representación proporcional, con lo que se conseguiría la mayoría del Congreso
El triunfo del partido tricolor se deberá a dos factores. El primero es que los principales partidos de oposición, el PAN y el PRD, de derecha e izquierda, respectivamente, acudieron mermados y enfrentado sendas crisis internas. No pudieron colocar en el centro de la campaña las polémicas que persiguieron al Gobierno de Peña.
Otra clave es que la oposición perdió fuelle en los otros 16 Estados que no tienen elecciones a gobernador, pero que sí votarán por diputados. “El PAN baja donde no hay elecciones locales, no se hizo campaña suficiente en esos lugares”, dice Valdés. En cambio, el PRI, que tiene un piso de votos de 7.5 millones, tratará de mostrar músculo movilizando al menos a 11 millones de personas. “El partido ganador sacará alrededor de 13 ó 14 millones de votos. Solo el PRI o el PAN pueden aspirar a eso”, dice el estratega del PRI.
Sin embargo, una mayoría en San Lázaro no le garantiza al Gobierno una legislatura apacible. Aunque el grueso de la agenda legislativa ha sido aprobado en los primeros tres años de Peña Nieto el presidente encontrará más oposición en la Cámara. “La presencia de MORENA obligará al PRD a desplazarse a la izquierda”, dice Valdés. El PAN borrará cualquier rastro de amistad que quede con el PRI de los días del Pacto por México para enfilarse a las presidenciales de 2018.
Fuente: El País
MÁS INFORMACIÓN: Senadores apoyan operativo federal por comicios