El rostro del profesor de educación básica en México es el de una mujer de 40 años, con licenciatura… y que prefiere dar clases que ir a marchas o hacer paros
En un vistazo rápido a un salón de clases el rostro del maestro mexicano que podríamos apreciar sería el de una mujer de 40 años sindicalizada, con licenciatura, que estudió y ahora enseña en escuela pública.
El aspecto general de los docentes que imparten clases en preescolar, primaria y secundaria, y que representan el grueso del magisterio nacional, no es el maestro flojo, que va a marchas y deja a sus alumnos sin clases.
Al contrario, los expertos lo dibujan como un profesional responsable que funciona como un actor fundamental de cohesión en entornos de violencia, pobreza y desigualdad.
Mirando a detalle dentro del salón de clases se perciben varios matices: desde el maestro que enseña en lengua indígena en una escuela sin servicios básicos hasta el que lo hace en una zona urbana a niños que usan tabletas electrónicas y celulares.
Aun así todavía distinguen rasgos en común entre el millón 122 mil 930 maestros y maestras de educación básica que hay en el país, según el Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (Cemabe).
La mayoría son licenciados
“La gran mayoría, arriba del 90 por ciento, tiene estudios de licenciatura, eso no lo encontrábamos hace treinta años, cuando tenían la licenciatura trunca o simplemente estudios de bachillerato y en ese contexto se formaron las Universidades Pedagógicas Nacionales a finales de los setenta.
“La función de esas instituciones fue regularizar a los maestros que no tenían la licenciatura y que estuvieron estudiándola durante los fines de semana; así que hoy casi todos los maestros tienen al menos un estudio de licenciatura, es atípico que no sea así”, detalló Diego Juárez Bolaños, académico del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana (UIA).
De acuerdo con el Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS, por siglas en ingles), realizado por la OCDE, el 91 por ciento de los maestros en México cuenta con una licenciatura mientras que en los años setenta menos de 50 por ciento la tenía.
La tragedia, en medio de este avance en la profesionalización del magisterio, a decir de David Calderón, director general de Mexicanos Primero, es que los pocos maestros que no son licenciados se concentran en las escuelas rurales indígenas, lo que se explica por el hecho de que hablan una lengua.
“Aunque estaba prohibido por la ley, se creó un reglamento temporal en el que dispensaba el perfil, mismo al que se recurrió sobre todo para asignar maestros rurales y en especial maestros para escuelas en la modalidad indígena por el idioma, se decía: ´mejor que no tenga título pero que hable la lengua’.
“Eso es más o menos sonaba razonable, pero lo que fue pasando en el tiempo fue que a esos maestros los fueron dispersando, entonces ahora tienes la situación y lo hemos comprobado de que, por ejemplo, un maestro que llega a una comunidad en Oaxaca, no tiene licenciatura, no pasó por una normal, no es un profesional de la educación, y está sencillamente habilitado porque habla una lengua, pero en ocasiones no habla ni siquiera la lengua de los chicos de esa región”, explicó Calderón.
En resumen, planteó, que los maestros menos preparados, peor pagados y que no cumplen con el perfil enseñan en las escuelas rurales e indígenas que necesitarían de los docentes mejor preparados para romper a través de la educación con el círculo de la pobreza en la que viven los niños y las niñas de esos planteles.
Arrastran los vicios de la escuela pública
Otra de las características que comparten los maestros mexicanos es haber sido formados en escuelas públicas y enseñar en ellas.
“Tienen en común que son continuadores de la escuela pública, casi todos participan en el tipo de escuela en el que fueron formados, entonces tienen una gran continuidad con los elementos positivos de la escuela pública mexicana como ha sido hasta ahora, pero también arrastran algunos de los vicios de esa tradición”, expuso David Calderón, director general de Mexicanos Primero.
Prácticamente todos utilizan el sistema de enseñanza con el que ellos mismos se formaron: memorizar y repetir datos. Se apegan a lo que dice el libro de texto, pero no se enfocan en lograr que sus alumnos aprendan a razonar y cuestionar.
“Los maestros siguen con una pedagogía en la cual hay que cumplir la norma que establece revisar desde los fenicios hasta el siglo XXI con detalle, sin hacer una reflexión, no son las fechas y los eventos lo que importa, hay un problema de pedagogía, hay un problema de esta visión enciclopedista, memorística, quizá obligada en los maestros, cuando lo que necesitamos es construir niñas y niños que sepan pensar, que tengan actitud crítica, sentido de responsabilidad y solidaridad”, destacó Mario Luis Fuentes, director del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (Ceidas).
Desprestigiados por una minoría
La mayoría de los maestros debe cargar además con el estigma de ser flojos, faltistas y revoltosos.
Agrupados casi todos en un sindicato, los expertos advierten que los docentes padecen por una minoría que hace mucho daño al prestigio de la mayor parte.
“Nosotros tenemos la imagen del núcleo duro de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) pintando y rompiendo, faltando a clase; en cambio si tú ves a los maestros auténticos de la Ciudad de México, por ejemplo, los llaman a una reunión sindical y nadie va, les da una pereza infinita, más bien son poco participativos en esos esquemas, no van mucho a votaciones, a eventos del sindicato, son muy displicentes”, aseguró David Calderón, de Mexicanos Primero.
Para Mario Luis Fuentes, experto en temas sociales, al maestro mexicano se le ha estigmatizado hasta el absurdo de culparlo de la baja calidad educativa en el país, cuando es uno de los actores clave en la construcción de los niveles de bienestar.
“El promedio del maestro mexicano sigue siendo ese factor fundamental de cohesión y articulación en entornos muy difíciles de desigualdad y pobreza que se dan en la mayoría de las escuelas de nuestro país”, dijo.
Al respecto, Diego Juárez Bolaños, académico del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana, describió al maestro mexicano como una persona que aún en escenarios complejos y adversos se compromete con su trabajo.
“Lejos de los maestros que no dan clases y asisten a marchas, están los miles de maestros que no tienen suficiente infraestructura o recursos para desempeñar su labor, pero cumplen con su horario de clase y lo hacen con una gran entrega”, manifestó.
Los expertos los retratan como actores con un fuerte sentido del deber, convencidos de la laicidad en la escuela, a diferencia de lo que sucede con otros maestros en el resto del mundo.
Pero, sobre todo, los identifican como uno de los pocos elementos de contención social que quedan en el país.
El toque femenino
Las escuelas de educación preescolar y primaria son preferentemente atendidas por mujeres.
En preescolar hay 93 educadoras por cada 100 docentes; en primaria 67 por cada 100, y en secundaria 52 de cada 100
En preescolar 15 de cada 100 educadores reportan tener menos de 25 años, pero esto sólo hace al 7 y 3 por ciento de los docentes de primaria y secundaria respectivamente.
Las edades promedio en preescolar alcanzan los 37 años, en primaria 39 y en secundaria 42.
Con excepción de casi 36 mil jóvenes habilitados para desempeñarse en los servicios comunitarios de preescolar, primaria y secundaria, los docentes de educación básica escolarizada son profesionales formados, principalmente, en el sistema de normales.
Casi 87 por ciento de los docentes de educación básica labora en escuelas públicas, según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
Fuente: Excélsior