RAMSÉS ANCIRA | Diario de un Reportero | Fotografía de ARMANDO SALGADO
Este 10 de junio de 2015, tres días después de las elecciones se cumplen 44 años de la masacre conocida como «Halconazo» en honor al grupo paramilitar infiltrado por el PRI en el movimiento estudiantil y que estaba integrado por halcones, palabra que luego se volvió popular en el mundo del narcotráfico para denominar a los espías pagados.
Igual que lo hace Israel para referirse a los crímenes contra los palestinos, el PRI niega que se haya tratado de un genocidio. Lo cierto es que esta palabra está bien empleada para referirse al intento de exterminación de un grupo homogéneo ya sea por su edad (entre 16 y 28 años) ocupación (estudiantes, la mayoría normalistas) o ideología (todos consideraban al PRI un estorbo para la democracia y responsable de la anterior masacre el 2 de octubre de 1968)
En 1971 todos los senadores representantes del pacto federal representaban no a los ciudadanos sino a los estados gobernados por el PRI. Todos también.
Entre los senadores había un poco de todo el espectro del PRI, el más a la izquierda Martín Luis Guzmán, quien había representado a Pancho Villa en el extranjero, pero como el revolucionario pronto perdió todo tipo de poder y no le pudo pagar salario, Martín Luis padeció hambres en Europa antes de poder escribir El Águila y la Serpiente, donde retrataba a los milicos que ordenaron la matanza de Huitzilac, los cuales eran muy parecidos a los que en 1971 favorecieron la masacre de los estudiantes.
Como entre las víctimas de la masacre de 1971 había dos lesionados, reporteros gráficos de El Universal, Echeverría ordenó al jefe del gobierno de la Ciudad de México, Alfonso Martínez Dominguez que diera una conferencia de prensa. Este reconoció que en la opinión pública se conocía la existencia de “gorilas”, “charros” (nombre que se daba a los líderes sindicales afiliados al PRI) y Halcones, pero “el Gobierno Federal y el Departamento del Distrito Federal no tiene ningún cuerpo de este tipo”, dijo.
Cuenta la leyenda que Alfonso Martínez Domínguez, todavía encolerizado porque le hicieron pagar con su renuncia, aunque luego fue premiado con la gubernatura de Nuevo León, pidió permiso a Ecvheverría para hablar con libertad, este le dijo que sí pero que recordara su investidura presidencial. La ignoraron por un momento, que Martínez Domínguez aprovechó para proferirle la mayor ofensa que conocíamos en México, mentarle la madre.
Una parte de esta historia se encuentra en el video que puede ver en el enlace que aparece a pie de página[1]
En 1985, tras el terremoto, las conciencias políticas se volvieron a sacudir por primera vez en forma nacional. Hartos del PRI y de la forma en que elegían a sus candidatos, que por fuerza se convertían, a nuestro pesar, en nuestros gobernantes, nos volcamos a la opción que proponían Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Manuel J. Clouthier, que no era la misma pero sí implicaba el mismo anhelo. No más PRI.
Pero Fidel Velázquez advirtió que el poder que tomó el PRI por las armas, solo lo dejarían por las armas. El día de las elecciones fueron asesinados Francisco Xavier Ovando y su secretario Román Gil Heraldez quienes estaban a cargo de un sistema independiente de conteo de votos. También Ernesto del Arco Parra y otros jóvenes que pegaban propaganda del Frente Democrático Nacional.
De los primeros se difundió, pero nunca se hizo oficial que fueron asesinados por un grupo de escoltas que trabajaba para Javier Coello Trejo, luego procurador del consumidor en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y de los segundos por policías judiciales del Distrito Federal, que en ese tiempo también ejercían funciones de policía política al servicio del PRI.
De hecho, cuando Cuauhtémoc Cárdenas fue electo como jefe de gobierno en la Ciudad de México, la policía capitalina encabezó una terrible ola de asaltos en taxis de la Ciudad de México de la que fueron víctimas miles de usuarios. No necesariamente hubo una intencionalidad política, pero al saber que dejarían de contar con la protección del PRI y podrían quedar desempleados montaron una industria del robo en taxis. Esta se vio favorecida porque es otra de las formas de estímulo más socorridas por los partidos, dar concesiones para operar taxis. Esto explica también la violencia contra los desempleados con coche que en 2015 se afilian al sistema UBER.
Manuel J. Clouthier también fue asesinado, simulando un accidente de auto, cuando había decidido hacer un gabinete sombra del presidencial.
En el año 2000 la esperanza de Vicente Fox le dio el triunfo con el voto útil de izquierda y de derecha, para entonces ya se habían sofisticado los métodos del PRI. Mandaron a seducir a su esposa Lilian de la Conchga y luego usaron a Marta Sahagun como caballo de Troya para que las cosas siguieran igual en beneficio de la oligarquía. El gobierno de empresarios tuvo sin embargo trágicas consecuencias. Descuidadas las políticas sociales aumentaron también los secuestros y asesinatos. El director de cine Luis Estrada retrató esto en colores pastel en su película Un Mundo Perfecto.
En 2006 conservar el gobierno de empresarios a toda costa (ya no quiero decirle gobierno oligárquico porque ahora suena a fanatismo de izquierda aunque el término haya sido empleado desde Platón) requirió de campañas de odio para desprestigiar a López Obrador. Todo lo que se divide es fácil de destruir y por esas hendiduras de nuestro sistema político se infiltró el crimen organizado.
Las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, cuya visión es meramente mercantilista, acabaron con la única alianza que tenía el Estado con la sociedad a través de los maestros. Ya de por sí ellos y los sacerdotes se han convertido en los más vulnerables por representar una forma de autoridad. Así es como llegamos a las elecciones de 2015 en México. Ese estado obeso, como gustaban de llamarle los empresarios, ahora es tilico y flaco, como gusta de llamarlo el pueblo. El Narcocrimen lo sabe, por eso es tan fácil hacerle “bulling”, asesinándole candidatos.
Votar solo por acabar con el PRI, no es la solución. Más de 600 simpatizantes del Frente Democrático Nacional fueron asesinados durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. En nuestro camino a la democracia nos estamos yendo al despeñadero. Esta democracia nuestra nos está matando como ha ocurrido ya con candidatos de Morena y el propio PRI.
El negocio de la política no es el camino. Por eso 150 mil personas exigimos el retiro del registro del Partido Verde en un acto quizá sin precedentes desde que se proscribió al Partido Nazi, que por cierto utilizaba las mismas estrategias de propaganda. Sin este estorbo de la democracia el PRI sólo tendrá una tercera parte de los votos. Habrá más equilibrio entre partidos e ideologías, se forzarán los acuerdos y el crimen organizado, ahora con lanza misiles rusos, no podrá secuestrar mano de obra esclava, como lo hizo impunemente en Cocula, Guerrero antes del asesinato de tres y la desaparición de otros 43.
Para volver al futuro de crecimiento económico, democracia y armonía que soñaban los jóvenes masacrados en Rivera de San Cosme, hay que regresar a 1971, resolver esos crímenes del sujeto que pecho a tierra disparó sobre mujeres inermes en la Normal de Maestros. Cuando demostremos que los crímenes de los partidos no quedan impunes, los capos podrán considerar cambiar de negocio.
Así de importante es la decisión de los tribunales electorales. Si no se le da una lección al Partido Verde y a los poderes fácticos que lo apoyan, el crimen seguirá creciendo y nadie, ni los empresarios, ni los políticos ni los candidatos, ninguno, tampoco los del PRI tendrán el camino allanado.
Regresar al origen del crimen en sustitución de la política es el propósito de mi documental ¡Halconazo/Genaro/Ayotzinapa! del que les doy este avance. Nada más, pero tampoco nada menos.