En papel, Thomas Owen Staggs es exactamente eso: un contador. Esa percepción condujo a una reacción de desilusión en las filas creativas de Hollywood cuando fue ascendido en febrero: Oh, grandioso, otro magnate del entretenimiento con experiencia limitada en los fundamentos del entretenimiento.
Después de obtener su título de maestría en Stanford, Staggs, quien declinó ser entrevistado para este artículo, trabajó en el banco de inversión Dain Bosworth y luego en Morgan Stanley. Se unió a Disney en 1990, ayudando a negociar acuerdos como la compra de Capital Cities/ABC por 19 MIL 000 millones de dólares en 1995, y fue designado director ejecutivo en 1998 por Michael D. Eisner, quien era entonces director ejecutivo de Disney.
Staggs, conocido por sus siempre presentes mocasines Gucci y su postura erguida, es también un hombre espectáculo natural. Algunos incluso le llaman un guasón.
En 2011, apareció en el escenario en una convención de fanáticos de Disney usando un arete llamativo que le colgaba hasta el hombro, una referencia para los conocedores al estilo colorido de Joe Rohde, el creativo de Disney que encabeza el diseño del parque de “Avatar”. En 2012, mientras asistía a la inauguración de nuevas atracciones en California Adventure de Disney en Anaheim, Staggs pasó bailando debajo de un cordón de seguridad.
Algunos conocedores de Disney sospechan que la disposición de Staggs a mostrar un lado cordial y extravagante fue un esfuerzo calculado para diferenciarse de Rasulo, que no es conocido por su estilo desenfadado.
Cualquiera que haya sido la motivación, funcionó, al menos ayudando a Staggs a ganarse la lealtad de miembros importantes del círculo creativo de Disney.
La sucesión de Staggs no está asegurada. El consejo de Disney ha puesto en claro que aún debe probar que tiene lo que se necesita para ser director ejecutivo.
Y, la verdad sea dicha, Staggs tiene algunas abolladuras en su armadura.
No se ha hecho un firme aliado de Isaac Perlmutter, el director ejecutivo de Marvel, quien ha sido un abierto simpatizante de Rasulo.
Y la disposición de Staggs a gastar más para potencialmente ganar más, como con el área de “Avatar”, también inquieta a algunos inversionistas, particularmente a aquellos a quienes les preocupa que la operación de los parques esté demasiado expuesta a factores fuera del control de Disney: amenazas de seguridad, crisis económicas, un brote de sarampión como el vinculado con Disneyland a fines del año pasado.
Staggs tendrá muchas oportunidades para probar que es digno del puesto, o no, en los próximos tres años.
Staggs, que tiene tres hijos pequeños con su esposa, Melanie, creció en Excelsior, Minnesota, donde tocó la trompeta en la banda de su escuela y trabajo como cocinero de Kentucky Fried Chicken. El hijo menor de un padre vendedor y una madre ama de casa, primero estudió música en la Universidad de Minnesota pero rápidamente cambió su orientación a los negocios.
Cocinar y la comida se han vuelto dos de sus mayores pasiones, desbordándolas en los parques de Disney. En los últimos años, Staggs ha promovido mejoras, hablando orgullosamente en entrevistas sobre la llegada de un emparedado frito de tomate verde al menú de la cafetería Frontierland y una ensalada de quinua en Fantasyland.
En 2012, durante una cena de precio fijo de ocho platos en Victoria & Albert’s, quizá el restaurante más elegante de Disney World, Staggs ofreció a sus invitados (este reportero entre ellos) una explicación de la atención que presta a esos asuntos al parecer insignificantes.
“Mucho de esto gira en torno de la marca Disney”, dijo. “Debemos tratar de seguir elevando cada vez más el estándar en formas grandes y pequeñas, y los detalles importan”.
Aprendió eso en su niñez, continuó, cuando fue despedido como repartidor de periódicos. Mantuvo en privado la razón específica, pero ofreció la lección: “Eso me enseñó a no buscar atajos”, dijo, mostrando una sonrisa.
Fuente: El Financiero